Forgive Me (II)

Segunda y última parte de Forgive me. Siento el retraso, he estado algo liada y me ha costado encontrar hueco para la siguiente publicación. Espero que la disfrutéis.

Saludos

Parte II

Asesinó a sus padres por orden de su señor cuando tenía apenas cinco años. Ella, a pesar de ser de origen humilde, era visitada con frecuencia por uno de los nobles que mandaban sobre las tierras en las que trabajaban. Era un hombre de figura oscura y misteriosa, envuelto por un halo místico que aterrorizaba a todos aquellos que se le acercaban… menos a ella, a una niña inocente y pura que, lejos de acobardarse como el resto de pueblerinos, se sentía atraída por él.

“Escondes un gran poder en tu interior” le dijo un día “, y debes despertarlo cuanto antes”.

“¿Qué es el poder?”

“Es aquello que nos hace únicos y especiales, más fuertes que los demás y que nos permite defendernos de las cosas malvadas. El potencial que tú tienes es… fantástico. Pero debes borrar los obstáculos de tu camino”.

“¿Cuáles son mis obstáculos?”

“Tu familia”.

Fue por la noche, mientras ambos dormían. Recordó cómo, sin ningún tipo de miramiento, había hundido el cuchillo lentamente en la garganta de su madre y, a continuación, en la de su padre, mientras la sangre se deslizaba por la herida con una lentitud casi venerable, dejando un camino rojo que la devolvía al origen de su crimen. También recordó cómo extrajo el cuchillo de la herida lentamente y cómo lo alzó, contemplando el brillo de la sangre bajo la luz de la luna…

“Mi amo, fui vuestras desde aquel momento hasta este mismo día. O, tal vez, ya era vuestra de hacía muchísimo más tiempo atrás… pero hoy me liberáis”.

Se alzó lentamente sin apartar la mirada de las aguas. Sí, su amo aquel día la había liberado para que usara su poder en el mundo como mejor le complaciera… el mayor castigo para un alma encadenada a la servidumbre existente durante toda su vida.

“Cuando mi alma, mi cuerpo y mi corazón son tuyos, la liberación es peor que una esclavitud en el Infierno”.

Miró al cielo, donde el Sol ya casi estaba oculto entre las sombras. Como su vida, se extinguía toda luz.

“No soy más que un reflejo intocable…”

Forgive Me (I)

Vuelta al blog después de unos días en el extranjero. Ésta es la primera parte del relato Forgive me, nacida con The Last Time de Within Temptation de fondo.

Saludos.

Parte I

Hacía tan solo unos instantes que se había adentrado en las profundidades del bosque, pero se sentía como si llevara allí millones de estaciones. El poco calor que le otorgaba el otoño ya se estaba extinguiendo junto con la luz del atardecer, palideciendo su piel en aquel instante dorada. Se le hacía todo tan eterno como su tiempo de esclavitud y servidumbre para con su señor. Pero, como la luz de aquel fatídico día, todo acabaría pronto.

Llegó al arroyo sin ningún tipo de problema, sin que nadie la descubriera por el camino. Aquel pequeño cuya localización llevaba escondida en su memoria desde su niñez nunca había sido visitado por nadie excepto por ella misma, quien se ocultaba para dar rienda suelta a las fantasías más oscuras de su alma salpicando sus pequeños pies en el agua o dejando su cuerpo rodar por la fina hierba.

“Nadie más que yo lo ha visitado… al menos, no en vida…”

Se arrodilló entre unas rocas cerca de la orilla que iban siendo salpicadas por el agua dulcemente, rebotando reflejos anaranjados del sol. Fijó su mirada primero en las ondas, meciéndose por doquier para desaparecer rotas por alguna roca que lograba superar la profundidad del agua del río, destrozándose en unos pedazos cristalinos inalcanzables para la mano de un humano, fundiéndose con el agua para volver a transformarse en nuevas ondas que se despedazarían… y donde cayeron las últimas gotas de agua dorada, profundizó más y contempló, con la misma expresión perdida, el rostro pálido y húmedo de sus progenitores.

“Cuanto tiempo lleváis aquí, conservados por el influjo mágico de estas aguas…”

Vio una flor flotar sobre la superficie del agua, blanca como pureza material, que se deslizó hasta llegar sobre el rostro de su madre. Aquella presencia etérea mezclada con aquel toque místico daba la sensación de querer transmitirle un mensaje. Intentó acariciar la superficie del agua con la yema de sus dedos, pero estos temblaban a causa del miedo de lo que podrían llegar a encontrarse bajo las aguas… y por el respeto hacia sus difuntos padres.

“¿Qué ocurrirá si intento tocaros…?”

Introdujo sus dedos con lentitud, intentando apartar el pensamiento de profanación de su mente. Hacía tanto tiempo que aquellos cadáveres habían permanecido allí, que incluso a ella se le antojaba fantástica su propia conservación.  Se preguntaba si, al tocarlos, simplemente notaría su tacto húmedo, o si se desharían como una simple ilusión.

“Madre… padre…”

La piel de su madre se difuminó en el agua durante un instante, y luego volvió a la normalidad. Para ella había sido simplemente como seguir introduciendo la mano en el agua, una gota más entre millones de millones. La sacó lentamente, viendo sus dedos gotear como si se estuvieran deshaciendo sobre la superficie dorada. Cada gota se le asemejaba a un recuerdo, lejano, distante, borroso a causa del tiempo.

“Sois la cruz que porta mi alma” pensó “. Mi estigma corrupto…”